LAS FIESTAS VISTAS POR UN
DESPISTADO
Cosas de Humor
POR: Vicente Cardona Llabata
Hay dos clases de
despistados: los que llevan máquina fotográfica y los que no la llevan.
Pues bien; el que vino a
nuestra villa hace años era uno de esos de «leica» en ristre.
Vio las fiestas, y al llegar
a su ciudad, dicen que publicó en un periódico sus impresiones sobre las
mismas. Y aseguran que eran las siguientes:
De las fiestas de Paterna,
una de las cosas que más me agrada es el pasacalle de cohetes de lujo. El
pasacalle de cohetes consiste, como su nombre indica, en un pasacalle de cohetes.
Está a cargo de hombres seleccionados, ya que éstos no solamente tienen dos brazos,
como todos, sino que uno de éstos es especial, pues en un extremo le ha crecido
un cohete de colores que no para de tirar chispas, ya que a todos los cohetes
les gusta mucho tirar chispas.
La «despertá» es algo
original. Como la noche anterior todo el mundo se ha acostado tarde y no
despertaría nunca si no fuesen llamándolo, a las seis de la mañana van por las calles
unos hombres también seleccionados, que van sacándose de una mano que tienen al
final de un brazo, unas bolitas que allí llaman «tronaors» y las van
encendiendo y tirando al suelo hasta que hacen ¡pum! muchas veces seguidas. De
esta manera, los vecinos, desde la cama, dicen enfadados:
-Ya están ahí los tíos esos-
y vuelven a intentar dormirse.
Uno de los mayores misterios
de la «despertá» consiste en saber quién despierta a los que hacen de
despertadores. Me dijeron que antiguamente había un fantasma que a las cinco de
la mañana iba a casa de los despertadores esos llamando a sus puertas y les
decía que ya era la hora y que ya estaba bien, caramba. Actualmente, este
fantasma no sale de casa porque la sábana con que se cubre está pasada de moda
y no tiene dinero para adquirir otra mejor.
A estos despertadores les
ocurre como a los «toreadores». Cuando lo hacen bien, la música, que va siempre
detrás de ellos, se pone venga a tocar y a tocar y al llegar a la plaza dan una
o dos vueltas, también como los «toreadores».
La «cordá» es un acto más
extraordinario que nada. Se apagan todas las luces de una calle y los vecinos
se vuelven casi locos, hasta el extremo de que se creen gallos y gallinas y por
tal motivo se encierran en casa poniendo en las puertas tela metálica para que la
casa parezca un gallinero. Más tarde, unos hombres van por la calle encendiendo
unos cohetes. Estos hombres juegan un papel muy importante en la «cordá» esa,
pero son tan tímidos que para que no vea nadie que se azaran mucho, llevan la
cara tapada.
Yo mismo quise tomar parte
en aquel festejo y fui y me azaré tanto que me encendí a mí mismo, sufriendo
graves quemaduras, y gracias a que el médico era amigo mío las consideró
quemaduras sin importancia y no me pasó nada.
La gente a lo que le tiene
mucha afición es a irse a comerse una paella, pues a la gente aquella le gusta
mucho comerse una paella y «menear el bigote», que vaya Vd. a saber que será.
Y así muchas cosas más...»
Así me lo contaron.
Vicente Cardona Llabata -
Año 1950
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