ESCÁNDALO JESUÍTICO.
En Paterna.
Esta curiosa historia o noticia de periódico, ocurrida a finales del siglo XIX en Paterna, da una impresión de lo fácil que era manejar a la sociedad de entonces, recordemos que la iglesia tenía un poder excesivo sobre la mentalidad de las personas, y el gran número de personas sin estudios, hacía que la población se dejase llevar por los que mandasen o les influyeran en sus pensamientos, este hecho que a continuación les mostramos, visto desde hoy 122 años después, hace pensar la inocencia de las personas en aquellos años de confrontaciones políticas en España y Europa.
18 de febrero 1897, diario La Autonomía.
ESCÁNDALO JESUITA
Cada día va siendo mayor la
audacia y el descargo de esa gente negra. Cada día se muestran más
provocativos, más envalentonados y más insolentes esos enemigos de la sociedad
que se llaman hijos de Loyola. La reacción
desenfrenada que invade nuestro desdichado país, permite y trae consigo las
audaces infamias de los jesuitas que tarde o temprano acabaran por hacer
estallar la mal contenida ira del pobre pueblo, y entonces ¡ay, de esos
verdugos de sotana y babero!
La revolución caerá sobre
ellos barriéndolos para siempre del suelo español.
Véase lo que ha pasado en
Paterna y cuyo relato copiamos de “El Pueblo” de Valencia.
“Dos de esas mujeres que
suelen vender específicos para sanar dolor de muelas y otros dolores, llegaron
el último viernes a Paterna y pidieron autorización al Alcalde para vender sus artículos
subidas a un carruaje.
El Alcalde, como es natural y lícito
concedió a las solicitantes el permiso, y por la tarde en la plaza de Paterna
comenzaron a pregonar sus mercancías.
Pero las referidas mujeres no
cayeron en la cuenta de que en la iglesia de Paterna aquella misma tarde
sermoneaba a los vecinos un jesuita cuyo nombre nos duele mucho ignorar, así
como los de otros tres hijos de Loyola que le acompañaban.
Seguramente que desde el
púlpito el predicador debió excitar a los fieles a que atacasen a aquellas
vendedoras, calificándolas de libéralas, por cuanto al terminar su sermón un
numeroso grupo de mujeres se situó frente al carruaje de éstas, y después de
alborotar y lanzarlas asquerosos insultos, comenzaron a arrojarles una nube de
piedras, que hizo un completo destrozo en sus mercancías.
Las infelices vendedoras
pudieron escapar tras no pocos trabajos de las iras de aquella turba de
mujeres, capitaneadas por los cuatro jesuitas.
No satisfechos estos con
tamaña barbaridad, se dirigieron hacia la casa del Alcalde, cuya puerta
comenzaron a golpear brutalmente.
Dirigiéndose luego al
Ayuntamiento y también allí hicieron de las suyas.
Para final de fiesta, y con el
propósito de que resultase esplendida y quedaran en Paterna perdurables
recuerdos de su estancia, convocaron a las mujeres para que se reuniesen
aquella misma noche en la iglesia, donde les bendecirían los cantaros y vasijas
que quisieran llenar de agua.
Efectivamente las mismas
mujeres que atropellaron inicuamente el derecho de las vendedoras, acudieron
aquella noche cargadas de perols, casoles
i llibrells llenos de agua para que los santos varones las bendijeran.
Afortunadamente, esos
escandalosos jesuitas han desaparecido ya de Paterna, donde, menos las mujeres,
hasta las autoridades les habían cobrado miedo.”
Indigna y subleva el ánimo el
leer esto y el ver como esa gente logra fanatizar a tanto ignorante como hay en
esta tierra gracias a la imbecilidad de esos gobernantes que solo cuidan de
robarnos y entregarnos atados a la insania clerical.
Algo de historia de los
Jesuitas:
En septiembre de 1529, Ignacio
de Loyola, un vasco que combatió en las guerras contra el rey de la Navarra
transpirenaica, defendiendo la causa de Carlos I, había optado por dedicarse a
«servir a las almas». Decidido a estudiar para cumplir mejor su propósito, se
incorpora al Colegio de Santa Bárbara —dependiente de la Universidad de París—
y comparte cuarto con el saboyano Pedro Fabro y el navarro Francisco de Javier.
Los tres se convirtieron en amigos. Ignacio realizó entre sus condiscípulos una
discreta actividad espiritual, sobre todo dando Ejercicios espirituales, un
método ascético desarrollado por él mismo.
… Expulsión de los jesuitas,
Expulsión de los jesuitas de España de 1767 y Supresión de la Compañía de
Jesús.
Los gobiernos ilustrados de la
Europa del siglo XVIII se propusieron acabar con la Compañía de Jesús por su
defensa incondicional del papado, su actividad intelectual, su poder financiero
y su influjo político. Ciertamente, se habían ganado poderosos enemigos: los
partidarios del absolutismo, los jansenistas y los filósofos franceses (Voltaire,
Montesquieu, Diderot). No faltaron tampoco las intrigas de ciertos grupos en la
misma Roma. El contexto político europeo se caracterizó en estos años por el
advenimiento del llamado despotismo ilustrado y por un declive notorio del
prestigio político del papado y la voluntad política de los Borbones y de la
corona Portuguesa de robustecerse en detrimento de la Iglesia.
El mismo Napoleón, en sus
memorias, escribiría:
Los jesuitas son una
organización militar, no una orden religiosa. Su jefe es el general de un
ejército, no el mero abad de un monasterio. Y el objetivo de esta organización
es Poder, Poder en su más despótico ejercicio, Poder absoluto, universal, Poder
para controlar al mundo bajo la voluntad de un sólo hombre [El Superior General
de los Jesuitas]. El Jesuitismo es el más absoluto de los despotismos y, a la
vez, es el más grandioso y enorme de los abusos.
John Adams, segundo presidente
de los EE.UU., diría más tarde:
No me agrada la reaparición de
los jesuitas. Si ha habido una corporación humana que merezca la condenación en
la tierra y en el infierno es esta sociedad de Loyola. Sin embargo, nuestro
sistema de tolerancia religiosa nos obliga a ofrecerles asilo.
El padre general desde 1758
era el florentino Lorenzo Ricci. El primer país en expulsar a la Compañía de
Jesús fue Portugal. El ministro Sebastião José de Carvalho e Melo, marqués de
Pombal, fue su principal adversario; encerró en el calabozo a 180 jesuitas en
Lisboa y expulsó al resto en 1759. Con esta dura medida pretendía robustecer la
autoridad real y dar una clara señal al papa de que no toleraría intromisiones
pontificias en los asuntos del Estado. Más de mil jesuitas de Portugal y sus
colonias fueron deportados con destino a los Estados Pontificios. Clemente XIII
protestó por la medida.
En 1763, Luis XV de Francia
los acusó de malversación de fondos debido a la quiebra de Antoine Lavalette en
Martinica. El Parlamento de París, que ya desde la fundación de la Orden había
impugnado la presencia legal de la Orden en Francia, condenó las Constituciones
y el rey decretó la disolución de la orden en sus dominios, y el embargo de sus
bienes.
Más tarde, los jesuitas fueron
expulsados de los territorios de la corona española a través de la Pragmática
Sanción de 1767 dictada por Carlos III el 2 de abril de 1767 y cuyo dictamen
fue obra de Pedro Rodríguez de Campomanes (futuro conde de Campomanes),
regalista y por entonces fiscal del Consejo de Castilla.16 Al mismo tiempo, se
decretaba la incautación del patrimonio que la Compañía tenía en estos reinos
(haciendas, edificios, bibliotecas), aunque no se encontró el supuesto «tesoro»
en efectivo que se esperaba. Los hijos de san Ignacio tuvieron que dejar el
trabajo que realizaban en sus obras educativas (lo que supuso un duro golpe
para la formación de la juventud en la América hispana) y sus misiones entre
indígenas, como las famosas reducciones guaraníes y las menos célebres, pero no
menos esforzadas misiones en el noroeste de México (Baja California, Sonora y
sierra Tarahumara) y a lo largo del Amazonas (misiones del Marañón)…
…La supresión de los jesuitas
se produjo el 21 de julio de 1773. Por razones políticas, los reyes de Francia,
España, Portugal y de las Dos Sicilias exigían la desaparición de la Compañía.
El papa Clemente XIV cedió a las fuertes presiones y mediante el breve Dominus
ac Redemptor suprimió la Compañía de Jesús.17 Los sacerdotes jesuitas podían
convertirse al clero secular; los escolares y hermanos coadjutores quedaron
libres de sus votos. En Roma, la ejecución del breve estuvo a cargo de prelados
acompañados por soldados y alguaciles, y Lorenzo Ricci escuchó la sentencia sin
decir palabra.18 Tanto él como su consejo de asistentes fueron apresados y
encerrados en el castillo Sant'Angelo (Roma) sin juicio alguno. Ricci murió en
prisión el 24 de noviembre de 1775, aseverando la inocencia de la Compañía de
Jesús.18
Sin embargo, en Rusia
—concretamente en Bielorrusia— y Prusia el edicto de supresión no fue
promulgado por los monarcas. Jesuitas de toda Europa aceptaron la oferta de
refugio hecha por la zarina Catalina la Grande, quien esperaba continuar así,
con el apoyo intelectual de la Compañía, la obra de modernización iniciada por
Pedro el Grande.
En 1789 —el mismo año en que
la Constitución de Estados Unidos entró en vigor y en el que se inició la
Revolución francesa— fue fundada por el obispo John Carroll —exjesuita— la
universidad católica más antigua de Estados Unidos, la de Georgetown, en
Washington D.C.; en el siglo XIX, sería integrada a la Compañía restaurada.
Restauración.
Cuarenta años después, en
medio de los efectos causados por la Revolución francesa, las guerras
napoleónicas y las guerras de independencia en la América Hispánica, Pío VII
decidió restaurar a la Compañía. De hecho, los jesuitas habían sobrevivido en
Rusia —unos cuantos centenares— protegidos por Catalina II. La restauración
universal era vista como una respuesta al desafío que representaban quienes
eran vistos en ese entonces como los enemigos de la Iglesia: la masonería y los
liberales, principalmente.
Desde 1814 hasta el Concilio
Vaticano II19 de 1962, la SJ es asociada con corrientes conservadoras y
elitistas. La Orden es identificada con un incondicional apoyo hacia la
autoridad del papa. Poco tiempo después de la restauración, el zar expulsa a
los jesuitas de Rusia. Los generales (Fortis, Roothaan y Beckx) vuelven a
instalarse en Roma después de un paréntesis de 40 años. Durante el siglo XIX la
SJ sufre las consecuencias de las revoluciones políticas de corte liberal y
tiene que afrontar numerosos ataques. Acaba siendo nuevamente expulsada de
Portugal, Italia, Francia, España, Nicaragua, Colombia, Ecuador, Alemania, etc.
...Actualmente, La Compañía de Jesús ha cambiado a lo largo de los siglos.
Sus publicaciones dirigidas al exterior afirman que el cambio ha sido externo,
en ciertas formas. Algunos detractores (el exjesuita Malachi Martin, el
historiador y político español Ricardo de la Cierva) hablan de un relajamiento
en su espíritu, incluso de haber adoptado criterios modernistas. A inicios del
siglo XXI la Compañía incluye en su seno diferentes identidades eclesiales,
desde las conservadoras, hasta las más progresistas. Un ejemplo de estas
últimas posiciones es la teología de la liberación desarrollada por algunos
jesuitas, entre otros sacerdotes y religiosos, en América Latina durante los
años 1960 y 70...
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