lunes, 20 de febrero de 2017

18 FEBRERO 1897, OCURRIDO EN PATERNA.





ESCÁNDALO JESUÍTICO.

En Paterna.







Esta curiosa historia o noticia de periódico, ocurrida a finales del siglo XIX en Paterna, da una impresión de lo fácil que era manejar a la sociedad de entonces, recordemos que la iglesia tenía un poder excesivo sobre la mentalidad de las personas, y el gran número de personas sin estudios, hacía que la población se dejase llevar por los que mandasen o les influyeran en sus pensamientos, este hecho que a continuación les mostramos, visto desde hoy 122 años después, hace pensar la inocencia de las personas en aquellos años de confrontaciones políticas en España y Europa.



18 de febrero 1897, diario La Autonomía.







ESCÁNDALO JESUITA






Cada día va siendo mayor la audacia y el descargo de esa gente negra. Cada día se muestran más provocativos, más envalentonados y más insolentes esos enemigos de la sociedad que se llaman hijos de Loyola. La reacción desenfrenada que invade nuestro desdichado país, permite y trae consigo las audaces infamias de los jesuitas que tarde o temprano acabaran por hacer estallar la mal contenida ira del pobre pueblo, y entonces ¡ay, de esos verdugos de sotana y babero!

La revolución caerá sobre ellos barriéndolos para siempre del suelo español.
Véase lo que ha pasado en Paterna y cuyo relato copiamos de “El Pueblo” de Valencia.




“Dos de esas mujeres que suelen vender específicos para sanar dolor de muelas y otros dolores, llegaron el último viernes a Paterna y pidieron autorización al Alcalde para vender sus artículos subidas a un carruaje.
El Alcalde, como es natural y lícito concedió a las solicitantes el permiso, y por la tarde en la plaza de Paterna comenzaron a pregonar sus mercancías.
Pero las referidas mujeres no cayeron en la cuenta de que en la iglesia de Paterna aquella misma tarde sermoneaba a los vecinos un jesuita cuyo nombre nos duele mucho ignorar, así como los de otros tres hijos de Loyola que le acompañaban.

Seguramente que desde el púlpito el predicador debió excitar a los fieles a que atacasen a aquellas vendedoras, calificándolas de libéralas, por cuanto al terminar su sermón un numeroso grupo de mujeres se situó frente al carruaje de éstas, y después de alborotar y lanzarlas asquerosos insultos, comenzaron a arrojarles una nube de piedras, que hizo un completo destrozo en sus mercancías.



Las infelices vendedoras pudieron escapar tras no pocos trabajos de las iras de aquella turba de mujeres, capitaneadas por los cuatro jesuitas.

No satisfechos estos con tamaña barbaridad, se dirigieron hacia la casa del Alcalde, cuya puerta comenzaron a golpear brutalmente.

Dirigiéndose luego al Ayuntamiento y también allí hicieron de las suyas.

Para final de fiesta, y con el propósito de que resultase esplendida y quedaran en Paterna perdurables recuerdos de su estancia, convocaron a las mujeres para que se reuniesen aquella misma noche en la iglesia, donde les bendecirían los cantaros y vasijas que quisieran llenar de agua.



Efectivamente las mismas mujeres que atropellaron inicuamente el derecho de las vendedoras, acudieron aquella noche cargadas de perols, casoles i llibrells llenos de agua para que los santos varones las bendijeran.

Afortunadamente, esos escandalosos jesuitas han desaparecido ya de Paterna, donde, menos las mujeres, hasta las autoridades les habían cobrado miedo.”

Indigna y subleva el ánimo el leer esto y el ver como esa gente logra fanatizar a tanto ignorante como hay en esta tierra gracias a la imbecilidad de esos gobernantes que solo cuidan de robarnos y entregarnos atados a la insania clerical.










Algo de historia de los Jesuitas:


En septiembre de 1529, Ignacio de Loyola, un vasco que combatió en las guerras contra el rey de la Navarra transpirenaica, defendiendo la causa de Carlos I, había optado por dedicarse a «servir a las almas». Decidido a estudiar para cumplir mejor su propósito, se incorpora al Colegio de Santa Bárbara —dependiente de la Universidad de París— y comparte cuarto con el saboyano Pedro Fabro y el navarro Francisco de Javier. Los tres se convirtieron en amigos. Ignacio realizó entre sus condiscípulos una discreta actividad espiritual, sobre todo dando Ejercicios espirituales, un método ascético desarrollado por él mismo.


… Expulsión de los jesuitas, Expulsión de los jesuitas de España de 1767 y Supresión de la Compañía de Jesús.

Los gobiernos ilustrados de la Europa del siglo XVIII se propusieron acabar con la Compañía de Jesús por su defensa incondicional del papado, su actividad intelectual, su poder financiero y su influjo político. Ciertamente, se habían ganado poderosos enemigos: los partidarios del absolutismo, los jansenistas y los filósofos franceses (Voltaire, Montesquieu, Diderot). No faltaron tampoco las intrigas de ciertos grupos en la misma Roma. El contexto político europeo se caracterizó en estos años por el advenimiento del llamado despotismo ilustrado y por un declive notorio del prestigio político del papado y la voluntad política de los Borbones y de la corona Portuguesa de robustecerse en detrimento de la Iglesia.

El mismo Napoleón, en sus memorias, escribiría:

Los jesuitas son una organización militar, no una orden religiosa. Su jefe es el general de un ejército, no el mero abad de un monasterio. Y el objetivo de esta organización es Poder, Poder en su más despótico ejercicio, Poder absoluto, universal, Poder para controlar al mundo bajo la voluntad de un sólo hombre [El Superior General de los Jesuitas]. El Jesuitismo es el más absoluto de los despotismos y, a la vez, es el más grandioso y enorme de los abusos.

John Adams, segundo presidente de los EE.UU., diría más tarde:

No me agrada la reaparición de los jesuitas. Si ha habido una corporación humana que merezca la condenación en la tierra y en el infierno es esta sociedad de Loyola. Sin embargo, nuestro sistema de tolerancia religiosa nos obliga a ofrecerles asilo.

El padre general desde 1758 era el florentino Lorenzo Ricci. El primer país en expulsar a la Compañía de Jesús fue Portugal. El ministro Sebastião José de Carvalho e Melo, marqués de Pombal, fue su principal adversario; encerró en el calabozo a 180 jesuitas en Lisboa y expulsó al resto en 1759. Con esta dura medida pretendía robustecer la autoridad real y dar una clara señal al papa de que no toleraría intromisiones pontificias en los asuntos del Estado. Más de mil jesuitas de Portugal y sus colonias fueron deportados con destino a los Estados Pontificios. Clemente XIII protestó por la medida.



En 1763, Luis XV de Francia los acusó de malversación de fondos debido a la quiebra de Antoine Lavalette en Martinica. El Parlamento de París, que ya desde la fundación de la Orden había impugnado la presencia legal de la Orden en Francia, condenó las Constituciones y el rey decretó la disolución de la orden en sus dominios, y el embargo de sus bienes.

Más tarde, los jesuitas fueron expulsados de los territorios de la corona española a través de la Pragmática Sanción de 1767 dictada por Carlos III el 2 de abril de 1767 y cuyo dictamen fue obra de Pedro Rodríguez de Campomanes (futuro conde de Campomanes), regalista y por entonces fiscal del Consejo de Castilla.16 Al mismo tiempo, se decretaba la incautación del patrimonio que la Compañía tenía en estos reinos (haciendas, edificios, bibliotecas), aunque no se encontró el supuesto «tesoro» en efectivo que se esperaba. Los hijos de san Ignacio tuvieron que dejar el trabajo que realizaban en sus obras educativas (lo que supuso un duro golpe para la formación de la juventud en la América hispana) y sus misiones entre indígenas, como las famosas reducciones guaraníes y las menos célebres, pero no menos esforzadas misiones en el noroeste de México (Baja California, Sonora y sierra Tarahumara) y a lo largo del Amazonas (misiones del Marañón)…



…La supresión de los jesuitas se produjo el 21 de julio de 1773. Por razones políticas, los reyes de Francia, España, Portugal y de las Dos Sicilias exigían la desaparición de la Compañía. El papa Clemente XIV cedió a las fuertes presiones y mediante el breve Dominus ac Redemptor suprimió la Compañía de Jesús.17 Los sacerdotes jesuitas podían convertirse al clero secular; los escolares y hermanos coadjutores quedaron libres de sus votos. En Roma, la ejecución del breve estuvo a cargo de prelados acompañados por soldados y alguaciles, y Lorenzo Ricci escuchó la sentencia sin decir palabra.18 Tanto él como su consejo de asistentes fueron apresados y encerrados en el castillo Sant'Angelo (Roma) sin juicio alguno. Ricci murió en prisión el 24 de noviembre de 1775, aseverando la inocencia de la Compañía de Jesús.18

Sin embargo, en Rusia —concretamente en Bielorrusia— y Prusia el edicto de supresión no fue promulgado por los monarcas. Jesuitas de toda Europa aceptaron la oferta de refugio hecha por la zarina Catalina la Grande, quien esperaba continuar así, con el apoyo intelectual de la Compañía, la obra de modernización iniciada por Pedro el Grande.

En 1789 —el mismo año en que la Constitución de Estados Unidos entró en vigor y en el que se inició la Revolución francesa— fue fundada por el obispo John Carroll —exjesuita— la universidad católica más antigua de Estados Unidos, la de Georgetown, en Washington D.C.; en el siglo XIX, sería integrada a la Compañía restaurada.

Restauración.
Cuarenta años después, en medio de los efectos causados por la Revolución francesa, las guerras napoleónicas y las guerras de independencia en la América Hispánica, Pío VII decidió restaurar a la Compañía. De hecho, los jesuitas habían sobrevivido en Rusia —unos cuantos centenares— protegidos por Catalina II. La restauración universal era vista como una respuesta al desafío que representaban quienes eran vistos en ese entonces como los enemigos de la Iglesia: la masonería y los liberales, principalmente.

Desde 1814 hasta el Concilio Vaticano II19 de 1962, la SJ es asociada con corrientes conservadoras y elitistas. La Orden es identificada con un incondicional apoyo hacia la autoridad del papa. Poco tiempo después de la restauración, el zar expulsa a los jesuitas de Rusia. Los generales (Fortis, Roothaan y Beckx) vuelven a instalarse en Roma después de un paréntesis de 40 años. Durante el siglo XIX la SJ sufre las consecuencias de las revoluciones políticas de corte liberal y tiene que afrontar numerosos ataques. Acaba siendo nuevamente expulsada de Portugal, Italia, Francia, España, Nicaragua, Colombia, Ecuador, Alemania, etc.

...Actualmente, La Compañía de Jesús ha cambiado a lo largo de los siglos. Sus publicaciones dirigidas al exterior afirman que el cambio ha sido externo, en ciertas formas. Algunos detractores (el exjesuita Malachi Martin, el historiador y político español Ricardo de la Cierva) hablan de un relajamiento en su espíritu, incluso de haber adoptado criterios modernistas. A inicios del siglo XXI la Compañía incluye en su seno diferentes identidades eclesiales, desde las conservadoras, hasta las más progresistas. Un ejemplo de estas últimas posiciones es la teología de la liberación desarrollada por algunos jesuitas, entre otros sacerdotes y religiosos, en América Latina durante los años 1960 y 70...

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