Todos habremos oído mil y una leyenda de cuando en el Palacio y en las noches de agosto se lanzaban "coets i femelletes", entre los vecinos y se disfrutaba de unas alegres noches de pólvora. Hace poco y en una visita a Paterna la ex Secretaria Autonomica Vasca, Gotzone Mora, que fue trasladada a Valencia por amenazas de ETA, en un discurso en Paterna, decía, "...envidio de la sociedad valenciana, y a mas inri la paternera, que compartís todo lo que tenéis, la cena, la bebida, enseguida os juntáis a comer y beber juntos los vecinos en la calle, y lo mas importante utilizáis la pólvora para su disfrute y no para la violencia.", creo que refleja en sus palabras el pensamiento de los paterneros en aquellas noches de pólvora de agosto.
Aquí os dejo este escrito recordando aquellas jornadas de fiesta con gente maravillosa.
DÍAS DE PALACIO.
Cuando hoy en día, nos
llegan todas, las nuevas normas de lanzamiento y trato de la pólvora, sus
medidas de seguridad y toda la parafernalia que la rodea, que no seremos
nosotros los que juzguemos su necesidad o no, pero si que miramos al tiempo
pasado y recordamos con añoranza aquellos días de cohetes en el Palacio.
Mis vivencias se remontan a
finales de los 70 y principios de los 80, cuando llegaban las fiestas de
agosto, o llamadas Fiestas en honor al Santísimo Cristo de la Fe y San Vicente
Ferrer, a finales del mes de agosto, en aquellas fiestas se celebraban
conciertos de gente famosa, que traían los clavarios del año correspondiente,
habían desfiles de moros y cristianos, juntos, pero no revueltos, cabalgata
súper participativa y estaban los actos religiosos, con la impresionante
procesión del día del Cristo, posterior a haberse celebrado nuestra tradicional
Cordà.
De fuego y vecinos vamos a
hablar, intentare que la emoción y el ímpetu no atropellen las letras y pueda
explicarlo claro a los neófitos en el tema de las noches en el palau.
Era típico que después de
una buena cena de verano, osea en una comparsa, en casa de amigos o a la
fresca, con buena tortillas de patatas, embotidet de ca Concheta, uns
caragolets enganyaets y vi i llimona, de la fuente del jarro, claro. Los
hombres, entonces se marchaban al palacio de Paterna, digamos sobre la
medianoche, allí mucha juventud estaba sentada en las escaleras del palau,
entre bromas y risas de la juventud, muchos veteranos tiradores de la
población, se iban concentrando en las puertas del Bar Palacio, donde Salvador
Pellicer, serbia helados en cucurucho y cervezas frescas, la cosa empezaba a
calentarse.
Vicent “el Blayo”, Vicent
Barbeta “El Xoto”, Gerardo “Rio”, J. M. Ten, Varona, los Capone, Enrique
Mortes, Miguelo “escarabat”, els germans Bosco, y muchos más que no recuerdo
sus nombres, empezaban a lanzar coets, coetons i femelletes, desde los cuatro
costados de la plaza, algunos lanzaban desde la fachada de la fábrica de
Galletas Rio, otros en la esquina de la discoteca Flowers, donde se aparcaban
muchos coches, en donde en sus maleteros, era el arsenal móvil donde
resguardaban la pólvora.
Habían verdaderos maestros
en el lanzamiento de la femelleta, conseguían dibujar en el negro cielo,
destellos fantásticos de pólvora. Muchos eran los padres que enseñaban a sus
hijos en edad de aprender, a estarse quietos ante el coete, importante, nunca
se deben de correr, pues siguen la estela del movimiento, como había que
cogerlos y lanzarlos y aprender a mirarlos con admiración, de lo realizado.
Los jóvenes que estaban
sentados en las escaleras del palacio y eran muchos, disfrutaban corriendo
cuando una bien lanzada, se arremolinaba entre las piernas y hacia las delicias
de ellos, con amplias carcajadas y ímpetus de canto de “otra, otra, otra.”.
Recuerdo un año, que a la coeteria de Arnal, (buen paternero, que vivía en el
parque del G. Teatro), le robaron por la noche, amigos del pirotécnico
negociaron con los “cacos” y consiguieron que devolvieron en gran parte el botín,
a cambio lanzaron esa noche más fuego que nunca en el palacio, hasta unos
lanzamientos poco recomendables, de Carcasas por el suelo.
Era típico que después de
una buena cena de verano, osea en una comparsa, en casa de amigos o a la
fresca, con buena tortillas de patatas, embotidet de ca Concheta, uns
caragolets enganyaets y vi i llimona, de la fuente del jarro, claro. Los
hombres, entonces se marchaban al palacio de Paterna, digamos sobre la
medianoche, allí mucha juventud estaba sentada en las escaleras del palau,
entre bromas y risas de la juventud, muchos veteranos tiradores de la
población, se iban concentrando en las puertas del Bar Palacio, donde Salvador
Pellicer, serbia helados en cucurucho y cervezas frescas, la cosa empezaba a
calentarse.
Vicent “el Blayo”, Vicent
Barbeta “El Xoto”, Gerardo “Rio”, J. M. Ten, Varona, los Capone, Enrique
Mortes, Miguelo “escarabat”, els germans Bosco, y muchos más que no recuerdo
sus nombres, empezaban a lanzar coets, coetons i femelletes, desde los cuatro
costados de la plaza, algunos lanzaban desde la fachada de la fábrica de
Galletas Rio, otros en la esquina de la discoteca Flowers, donde se aparcaban
muchos coches, en donde en sus maleteros, era el arsenal móvil donde
resguardaban la pólvora.
Una de las cosas que mas
sorprendían a todo el mundo era la educación y el respeto con el que se
lanzaban los artilugios de pólvora, sin ninguna maldad y siempre para su
disfrute, una de las razones que acreditan esto, era, cuando el espectáculo
nocturno que se celebraba en el colegio Villar Palasi, sobre las dos de la
mañana, y las familias que subían de disfrutarlo subían por la calle del
castillo para su paso por el palacio, corría la voz desde la esquina de la
calle de “Alto, que viene la gente del Villar Palasi”, y el palacio y sus
tiradores, se quedaba en silencio total, y se bajaban los brazos automáticamente,
nadie se atrevía a lanzar ni el más pequeño petardo, entonces se aprovechaba
para hacerse un buen refresco en el fabuloso bar palacio de Salvador, una vez
pasada la gente, se volvía a lanzar con ingenio y buen ambiente.
Eran unas noches fabulosas,
que poco a poco se fueron acortando y se eliminaron, por el cambio de las leyes
y las prohibiciones, algo inimaginable cuando se empezó a dictar la norma, a
los policías antidisturbios que llegaron de Valencia “la 26”, se les contestaba
con coetes y aquello acabo en violencia, y tuvimos que amoldarnos a las nuevas
normas.
Hoy en día parece una
locura, el lanzar coetes en las calles, es posible que lo sea, pero entonces
era una costumbre rica en amistad y enseñanza, hasta después del día de la
comida familiar del día del Cristo se lanzaban coetes a mediodía en la calle y
entre los vecinos, pero bueno fueron tiempos buenos y muy, muy paterneros.
Paternateca, 2014.
Me ha encantado leerlo.... Soy hija de uno de los Boscos....jajaja
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