LA FIGURA DEL NANO DE LA CAÑADA. Por VICENTE COTOLÍ IBAÑEZ.
LA
FIGURA DEL NANO DE LA CAÑADA.
Una
anécdota…y por curiosear un litigio.
Por
VICENTE COTOLÍ IBAÑEZ.
Circunstancias
especiales del azar me proporcionaron hace poco una bellísima fotografía, que
me sirve de pretexto para dedicar estas líneas al libro de fiestas, ya que era
objeto de curiosidad de los forasteros que visitaban La Cañada y ocasión
frecuente a comentarios, más o menos cultos, de nuestro regocijado y bromista
pueblo, una figura de piedra, que se encontraba en la finca de don Vicente
Miguel Carceller, a la entrada del jardín y como fachada del mismo, adosada a
la reproducción de dos fachadas de barracas, el Miguelete y un fragmento de La Lonja.
Nuestros
antepasados la conocieron con la denominación de “El Nano del carrer d’En
Llop», porque primero estuvo adosada al muro de la casa número 12 de aquella
calle de En Llop”, en Valencia. Hoy tiene su domicilio en otro chalet de
Montecañada, casa de Jose Luis Garcia Hernández.
Las
gigantescas proporciones de aquella estatua que parecía sostener con sus hercúleos
brazos la vetusta fachada de una casa de poca altura, y la posición del bien
modelado torso, que ostentaba impúdicamente sus desnudeces, como haciendo
alarde despectivo del transeúnte, llamó siempre la atención, ya que era blanco
obligado de miradas, suponiendo que a alguna causa debió de obedecer el que se
colocara allí aquel aditamento escultural, que a ningún motivo arquitectónico
respondía.
Como
a través de los tiempos se confunde la historia con la leyenda, no puedo
asegurar si es verídica o imaginativa la breve narración que me hizo quien, por
su edad y condiciones, podía muy bien asesorarme en este asunto, pero hechas
mis averiguaciones, me han dado el siguiente resultado:
Esta
famosa y popular figura, era conocida por «El Nano de la Caña». y pocos
lectores que sobrepasan los cincuenta años no conocerán o han oído hablar de
ella y hasta incluso la recordarán al leer estas líneas, pensando las mil cosas
que se decía de ella, pues no en balde su propietario era el director de los populares
periódicos «La Chala». «EL Clarin» y «El Fallero», pero vayamos a su historia, ya
que antes fue «El Nano de el carrer d‘En Llop».
La
anécdota curiosa se refiere. a que hubo un palacio en Valencia, perteneciente a
la Linajuda familia de los Marqueses de Jura Real y Villatoya, situado en la
entonces plaza de Emilio Castelar, que por exigencias de comodidad para la
prolongación de calles, comenzó a derribarse en el mes de abril del año 1930.
Su construcción venia hecha desde finales del siglo XVIII, en una época en que
no se distinguía por sus primores artísticos, pero era costumbre tener estos
edificios para albergar a las más ilustres familias de la aristocracia, y así
lo realizó el arquitecto de la obra don Mauro Minguet, que no se preocupo más
que de hacer un edificio grande y sólido. Para ello, su dueño, el M.I. Sr. D.
Francisco Pascual Castillo Izco de Quiñones. Marqués de Jura Real, Regidor
perpetuo de la clase de nobles y alguacil mayor del Santo Oficio de la
Inquisición de Valencia, tuvo que adquirir varias casas para levantar el
palacio en su solar. Todo el ladrillo que se empleó en las obras se adquirió de
Moncada, la piedra fue arrancada en las canteras de Paterna y Godella y todo el
herraje (balcones, rejas y balaustres de la escalera) corrió a cargo del
maestro herrero don Vicente Gumbau.
Quedó
terminado alrededor del año 1770, y desde aquel primer dueño siempre estuvo
vinculado a la familia de Castillo, aunque su último inquilino fuese el Fomento
Industrial y Mercantil.
Parece
ser, que al edificarse, el dueño adquirió el derecho a que no se elevara la
casa en que luego se colocó la impúdica figura de espaldas, para que la parte
lateral de su edificio, allí recayente, no careciera de luz. Pero andando los
tiempos, se percató un día otro ilustre y distinguido vecino, que tenía su casa
frente a la entonces iglesia de la Sangre. Que su habitación dormitorio era
fisgoneada continuamente desde Ios balcones
del palacio, y trató de evitarlo comprando la casa que con la suya Iindaba por la
parte trasera, al objeto de elevarla y evitar la fiscalización de que era
objeto su domicilio.
AI
intentar realizarla obra en su nuevo inmueble, tropezó con la oposición
resuelta y decidida de su noble vecino, que se negó abiertamente a que se le privaran
las luces y vistas a que tenía derecho. Entonces se entablo un litigio, y
aquellas dos aristocráticas familias, cuyos vínculos de amistad hablan sido
siempre afectuosos, adoptaron la actitud tirante y reservada propia de todos
los que discuten sus derechos ante los Tribunales de Justicia. Y después de
sendas actuaciones, y de fracasar varios intermediarios amistosos, se falló el
pleito reconociendo sus derechos al dueño del palacio que, como he dicho los había
adquirido al construirlo en 1770.
Aquella
sentencia acabo de exasperar al linajudo señor de la calle de la Sangre, hasta
el punto de romper tan ostensiblemente sus relaciones de amistad con el
litigante contrario. que para perpetuar la ruptura entre ambas familias,
mando esculpir en piedra, adosándola a su casa, a ras de suelo la figura
de gran tamaño con la posición ofensiva para el prócer favorecido por la Ley.
Menos
ofensivo el dueño del palacio, pero también resuelto, acepto la situación de
hostilidad creada por el vencido. y como también era costumbre en estos casos.
para que nadie dudara era también por su parte definitivo el rompimiento, mandó
colocar una cruz en la pared lateral de su palacio, frente al expresivo coloso
«Nano» que enseñaba sus desnudeces.
Después
de transcurridos casi dos siglos, aún perduraba el odio entre las dos familias,
y según cuentan, desaparecieron cuando se quitaron las señales cuando el señor
Carceller, con satisfacción, domicilio el «Nano», en su finca de La Cañada.
Este
señor, quiso que Ia figura de piedra tuviese un escenario valenciano bien
destacado y la colocó, haciendo una serie de construcciones, que se reproducen
en el grabado que se inserta, o sea, El Miguelete, de siete metros de altura, y
el fragmento de La Lonja, con dimensiones que había un despacho en su interior,
apareciendo el famoso «Nano» entre las fachadas de dos barracas valencianas,
también condenadas a su desaparición; todo ello armonizando un conjunto que era
muy agradable a Ia vista y le daba ilustre abolengo valenciano.
La
inauguración oficial se verificó el domingo día 20 de Octubre de 1929, en la
que hubo tracas. masclets, entrada de la murta, suelta de globos. Bailes populares.
cancons valencianes. coloquis. y otras atracciones propias de la tierra, además
de Ia murga «Los siete feos» y la pequeña banda de música que se formó con los
separados de la Municipal de Paterna, en número de once, que actuó junto con otros
de refuerzo de Valencia, dirigidos por el maestro don Antonio Cabeza.
Tan
famosa resultó ser esta figura a los paterneros de aquella época, que, con
humor, se le incluyó en e! programa de las fiestas organizadas por los Clavarios
del Santísimo Cristo de la Fe y San Vicente Ferrer, en el año 1930. y a las
ocho y media de la tarde del 30 de agosto, hacia su entrada en Paterna, bajando
por carretera. Salieron a recibirle los clavarios a la plaza de las Eras, con
la banda de cornetas y se organizó un pasacalle para llevar al «Nano como
vecino más viejo de Ia localidad -ya que contaba con casi 200 años, a la
Retreta, que se efectuó por la banda de trompetas del 3.° Regimiento ligero de
Artillería y la presidió como homenaje a la vejez. También figuró en la cabalgata
que se celebró a las cinco y media de la tarde del día siguiente, con la misma
posturlta también visitó el ano 1931las fallas de Valencia, siendo huésped de
honor de la de Burriana-Salamanca, y cuando volvió a ser colocada en apariencia,
en su nuevo domicilio de La Cañada, se celebró con una fiesta, el 1.° de Mayo,
por la mañana en la que efectuó un pequeño concierto la murga de la Peña La Fam,
que dicho día hizo su presentación al pueblo de Paterna uniformada e
instrumentada, dirigida por Vicente Belenguer recordado con cariño en Paterna
por «El Tete».
Al
Termino esta reseña aclarando que para estas fiestas no vino la figura autentica
de «El Nano de Ia Caña». Si no una reproducción de la misma, hecha por el
artista don Ricardo Llácer. ¿Qué como he averiguado todo esto? se
preguntarán ustedes. Pues así, sencillamente, para que no se confunda la historia
con la leyenda. Esta es la anécdota del popular «Nano», maestro del genio picaresco
que en todo tiempo tuvo el carácter valenciano.
VICENTE
COTOLI, 1987.
Quieres decir que hay una reproduccion de el nano ?
ResponderEliminarHay cosas en esa leyenda que no me cuadran, tal como tu la cuentas. El litigio era con los Merita y éstos tenian la casa entrando a En Llop desde la plaza a la izquierda. De modo que para nada frente a la Iglesia de la sangre.
Se hizo una reproducción del Nano y estuvo muchos años en la pared de un restaurante en Valencia, en mi archivo tengo dos fotos del restaurante con la reproducción a tamaño natural.
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