lunes, 16 de febrero de 2015

HISTORIES DEL POBLE.




Historias de pueblo, son aquellas que de boca en boca han pasado los años, leyendas urbanas, que siempre mantienen ese arquetipo de si serán verdad o no, en este fenomenal escrito del libro de fiestas del año 2000, de José Sainz Ramón, nos cuenta una preciosa historia sobre el Cristo de la Fe.




LA CABEZA DEL SANTISIMO CRISTO DE LA FE.
por José Sainz Ramón.









Pese a los años transcurridos desde el inicio de la guerra civil española, aún quedan relatos e historias de aquellos tiempos, que contados en estos días, de espectaculares adelantos técnicos y científicos, de nuevas economías y materialismos, de “superciencias” de la información y telecomunicación y de globalización de las cosas, dan un aspecto romántico a los sucesos que acaecieron hace sesenta y cuatro años dejando al margen las circunstancias de aquellas fechas. Voy a contarles una historia de aquellos tiempos. Concretamente, el veintiuno de julio de mil novecientos treinta y seis, fue incendiada la Iglesia parroquial de San Pedro Apóstol de Paterna; Durante el incendio, tres personas, una de ellas el Alcalde de aquel tiempo, con grave riesgo de sus vidas, entraron en el templo para poner a salvo reliquias y objetos de culto, muy especialmente la cabeza del Cristo de la Fe, separada del cuerpo debido a la brusquedad con que había sido arrancada la cruz del camarín, yacía por los suelos, y por cuya imagen el pueblo paternero sentía y siente una especial devoción. Además de ella, consiguieron salvar un cáliz, una custodia, y el lienzo de "Les Animes”, que estaba en la capilla de la Purísima, entrando a mano derecha encima de donde en la actualidad se encuentra la Virgen del Pilar, todos estos objetos fueron trasladados para su salvaguardia al Ayuntamiento, escondiéndolos bajo la tarima del salón de sesiones. No considerando seguro aquel lugar tres días después los llevaron al casino "La Amistad”, conocido hasta hace bien poco como "Café de la Plaza”, guardándolos sobre el cielo raso del local, en la parte situada a la derecha del mostrador, con el ánimo de devolverlos al pueblo cuando lo permitieran las circunstancias.

Lo anterior no es un cuento ni un relato novelado, sino un hecho histórico, pero mantenido en el secreto durante sesenta y cuatro años, revelado ahora por D. Francisco López conocido también por el "Doñ", quien un determinado día del pasado verano me hizo la confesión de lo relatado. El Alcalde era su padre, que antes de morir le dijo: "Aixó está ací; si tu vols, l'entregues a qui pertanya”. El tío Paco, "El Doñ”, era el único conocedor del secreto y a sus noventa y pico años queria entregar estos objetos a la Iglesia, con motivo del setenta y cinco aniversario de la Coronación de nuestro Cristo de la Fe.

Este puso en mi conocimiento aquellos hechos para que hiciera gestiones cerca de los actuales propietarios del inmueble del casino, a fin de que autorizaran las obras necesarias para descubrir los objetos que se guardaron allí. Los señores Gómez-Trénor, propietarios de la finca, dieron todas las facilidades para lo que fuere necesario, y el día 4 de septiembre del pasado mil novecientos noventa y nueve, en presencia del tío Paco "El Doñ”, su hijo político Antonio Soler ceramista e historiador arqueólogo de Paterna, Vicente hermano del anterior, los señores Gómez-Trénor y mi hija, procedimos a la búsqueda de los objetos, sin que se encontrara nada.

El tío Paco derramó lágrimas por el disgusto que le produjo la desaparición de aquellos objetos que su padre y dos compañeros habían salvado con gran riesgo, debiendo ser constatado por los presentes que le manifestaron, que él había cumplido el encargo que le hizo su padre, y demostrado con ello su buena fe y el cariño a su pueblo.

Si suprimimos cualquier interpretación ideológica al relato y nos situamos en el tiempo y la circunstancia de aquel momento, veremos en la actitud de aquel Alcalde y sus dos compañeros el sentimiento propio de quien quiere a su pueblo, a sus costumbres y a sus tradiciones por encima de su inclinación política, incluso aunque su acción comportara un grave riesgo personal en aquel tiempo descontrolado, y es que bajo el barniz exterior de la persona siempre subsisten los nobles sentimientos del amor a su tierra y a sus cosas, que pueden parecer pueriles para unos, pero que constituyen el acervo espiritual para otros y por lo que son capaces de poner su vida en peligro.

El tío Paco no podrá ofrecer materialmente aquellos objetos religiosos o de culto de los que le habló su padre. Sí que podrá decirle al Cristo de la Fe que puso su corazón en el cumplimiento del encargo, y con toda seguridad el Cristo le dirá: Vale más tu sentimiento que aquel objeto de culto, estoy contento contigo.

1 de Marzo de 2000.
José Sainz Ramón



NOTA: Lamentablemente, el tío Paco ha fallecido pocos días después de leer este escrito y no podrá tener la satisfacción de verlo publicado en el LIBRO DE FIESTAS, de todas formas desde el CIELO sonreirá complacido.

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